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viernes, 19 de octubre de 2012

Método



Recordaba poco, pero sí estas palabras de Pacheco leídas hacía no sabía cuánto tiempo:

Nuestro bebé ultrasenecto
Navegó el río feroz de la vida a contracorriente
Su victoria es ser de nuevo un recién nacido.
Pero esta vez ha llegado al mundo
En una tierra incógnita que llamamos Alzheimer.

Así que se había convertido en eso, un bebé ultrasenecto. También recordaba algo más escalofriante que padecer esa pútrida enfermedad que le abocaba a la ignominia. En los últimos instantes antes de la muerte se recuerda el pasado. Toda la vida pasa frente a ti como el fogonazo de una reacción nuclear. Pasado, justo lo que ya no tenía. Pasado, repetía mientras llenaba la bañera de agua. Pasado, mientras se desnudaba frente al espejo para descubrir un cuerpo enjuto y arrugado. Y no reconocerlo. Pasado, cuando sus pies se introducían dentro de la bañera. También pasado al sumergirse y dejar de respirar, justo en el momento en el que la palabra manzana aparecía repentinamente. Después cuchara y pera. Su hijo desfiló rápidamente formando un regimiento de diferentes edades que saludaba a su paso girando la cabeza y haciendo una mueca característica. Su boda, vestido de negro y con una nerviosa sonrisa que parecía un tic. El primer beso con Cristina; a ella sí que la amó. Su bicicleta cuando cumplió los diez años, la primera caída, el brazo escayolado y el hospital para amputarlo. Su madre y su abuela frente a la cama, observando su llanto sin mover un dedo. Liquido, agua, amniótico y agua. Y nada.

Y yo viéndolo todo con mirada científica sin impedir que el experimento finalice, haciendo de la observación el triunfo del método.

1 comentario:

  1. La terrible enfermedad y la "necesaria" vision cientifica. las dos mitades. me gusta la atmosfera del relato, el misterio.

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