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martes, 8 de noviembre de 2011

El Debate




Entiéndase por debate el intercambio y enfrentamiento de ideas o de argumentos sobre un asunto; del latín debattuere. ¿Es eso lo que ocurrió la noche del lunes? Yo creo que no.




Asistimos a un enfrentamiento, eso sí, pero no de ideas, más bien fue un enfrentamiento por no parecer lo que son. Decía Santiago Rusiñol que de todas las formas de engañar a los demás, la pose de seriedad es la que hace más estragos. Y ayer asistimos a eso, a una pose pactada.

Sí, Rubalcaba pareció que en algún momento intentó presionar a Rajoy, pero fue con timidez y sin convicción (se sabía derrotado de antemano y le trató como Presidente).

Oímos hablar de asuntos sociales, pero en ningún momento se escuchó la palabra indignado o indignación. No se mencionó a aquellos que se sienten desilusionados (ya no digo indignados) por la situación y la calidad de nuestros políticos electos (bonita palabra en la que refugiarse).

Hablaron de economía, pero nada de corrupción.

Rubalcaba había asumido su suerte antes de saltar al ring. Ante esta clara situación prefirieron no hacerse daño. Éste llegó a insinuar que le ocurriría lo mismo a la sanidad (por la mala gestión privada) que le había ocurrido a la educación, o sea irse al garete.

Pareció, en todo momento, haciendo uso de la cita de Mark Twain "conoce primero los hechos y luego distorsiónalos cuanto quieras", cada uno hablaba de realidades diferentes. Ninguno de los dos asumió responsabilidad alguna sobre la situación en la que nos encontramos. Se limitaron a hacer un baile de fechas que iba de un lado a otro de la mesa sin ningún orden pero con mucho concierto.

Fue una esperada desilusión. También ha sido esperado descubrir que la prensa nacional se tomaba con el mismo desinterés que el pueblo el resultado del debate.




Quizá ha sido la abierta demostración de varias cosas: el fracaso del formato del debate (se echó de menos rigurosidad y distintos puntos de vista que podían haber aportado otras candidaturas), la falta de ideas e imaginación (algo muy necesario en los momentos críticos), la pobre clase política que padecemos y la necesidad de un cambio, pero muy distinto al que propone el señor José María Rajoy.




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