Páginas

lunes, 23 de mayo de 2011

Estoy harto del Yoísmo





He esperado a que acabara el recuento de votos para escribir el artículo, no me pregunten por qué.
Claro, primero tendría que comentar qué entiendo por yoísmo. Otros podrían definirlo como egoísmo, pero caben más acepciones: vanidad, codicia, egolatría, pretensión y la que más me gusta narcisismo.
La sociedad es como una metáfora del mito griego de Narciso: Narciso, que era hijo de la ninfa azul Liríope, sentía un obstinado orgullo de su propia belleza que le hacía rechazar a todos los pretendientes que tuviese. Entre esos pretendientes (amantes) estaba la ninfa Eco que sólo podía hacer uso de su voz para repetir tontamente los gritos de otros. Narciso abandonó a Eco que pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, consumiéndose de amor y mortificada, hasta que sólo quedó su voz. Los dioses castigaron a Narciso por el daño causado a su amante Aminias. Le hicieron enamorarse perdídamente, negándole que pudiera consumar su amor. Él se enamoró de su propio reflejo en un lago. Y cuando se dio cuenta que era él mismo se quedó horas tendido frente a su imagen, embelesado. Aunque Eco nunca perdonó a Narciso, compartió su dolor y repitió compasivamente sus "¡Ay! ¡Ay!" mientras se clavaba una daga en el pecho, y también el "Ah, joven amado en vano, adiós", cuando expiró.
No existe ninguna posibilidad de cambio mientras no nos preocupemos tanto de los problemas de quienes nos rodean como por los nuestros.
Si únicamente queremos cambiar lo que nos afecta a nosotros mismos, no existe un verdadero motivo de cambio. Estamos destinados a vernos reflejados eternamente, escuchando el suspiro del eco que repite nuestros lamentos vacuos, esperando que expiremos.
Mientras me miro en el espejo depositaré mi esperanza en la generación venidera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Etiquetas