Caminaba por la oscuridad. Porque sí.
Era ella la que caminaba y no yo,
ya que yo me hallaba agazapado en el rincón de un árbol.
En ese preciso instante percivimos
la luna desparramarse sobre nosotros como una estrella eyaculante.
Millones de luciérnagas de esperma caían sobre nuestras cabezas
mojándonos el cabello; cientos de ellas.
Me las sacudí con la palma de la mano
como quien se despereza la caspa.
Todas a mi alrededor alumbraban el miedo que me hacía temblequear.
Y ella se acercaba por la ladera del río que ahogaba a los insectos,
chasqueando y claqueando sus brillantes armaduras al pasar,
avisándome, con esa melodía hitchcocktiana, de su proximidad.
A cada poco más cerca.
Mucho.
Fue entonces, lo recuerdo bien,
cuando una manzana cayó de la sombra del algarrobo,
aplastando una espiga que liberó de su yugo a miles de granos bíblicos
que huyeron asustados
para descubrir las fauces de las pocas luciérnagas
que habían escapado de la disciplina militar de los zapatos rojos de tacón
(de ella).
Y yo quieto,
silencioso,
moviendo tímidamente los pies para alejar la luz de la sombra del algarrobo.
La manzana, que ahora estaba bajo mi piel,
latía con fuerza,
al mismo ritmo que los crujidos de los caparazones,
dificultando mi labor investigadora.
Tres cracs más y ella estuvo frente a mí.
La redonda fruta dejó de latir podrida por la impresión
de la visión de la hembra desdentada que abría la boca para devorarnos
(a mí y a la manzana).
La -ella- oruga comenzó su tarea
sin pestañear con esos largos alfileres que la mantenían, ahora, paralizada en el papel. Movía lentamente su mandíbula para proceder
mientras que yo me dispuse a comenzar la disección
con un afilado bisturí hinchado de sangre. Se cubrió el rostro,
avergonzada por dar salida a esos impulsos tan bajos.
Y batió sus alas de mariposa en la otra parte del manzano
desencadenando un orgasmo en esta mi sombra. Nunca más la he vuelto a ver.
Bueno, me gusta. Es como pensar en un texto de Poe mientras se observa un cuadro de Dalí. saludos
ResponderEliminarGracias Antonio, qué halago en la comparación. Dos genios. Fíjate que la imagen que estuve a punto de elegir era un cuadro de Dalí, lo descarté porque el texto ya era demasiado explícito en ese tipo de imagen surrealista. Saludos
ResponderEliminarSurrealismo y erotismo se fusionan en este texto para crear una pieza que alude al subconsciente con una intertextualidad rica en imágenes. ¡Felicidades al creador!
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