Un
pajarillo se posó en el balcón.
Mi corazón tendría la forma de un zapato-dijo.
Yo me
quedé sorprendido, y pensé: un pajarillo. Le pregunté que qué decía.
si cada aldea tuviese una sirena.
Se
trataba de un pajarillo-cocodrilo.
Pero la noche es interminable cuando se
apoya en los enfermos-continuó.
No me
sorprendió que, de repente, estuviese
hablando con un pajarillo tan diminuto -¿De dónde has venido?
y hay barcos que buscan ser mirados
para poder hundirse tranquilos.
Me acerqué para verlo mejor. Se trataba de un insecto. Estuvimos
hablando durante unos minutos.
Deliciosos
minutos.
Pero no la luna.
Qué repulsión -pensé para mis adentros.
Los insectos,
los insectos solos,
Brillante
era la noche. Un destello era repelido por ese ovalado caparazón de insecto.
crepitantes, mordientes, estremecidos,
agrupados,
y la luna
En su
caparazón se podía observar el astro reluciente.
con un guante de humo en la puerta de
sus derribos.
Levanté la mano hacia ese brillante satélite sin luz propia.
¡¡La luna!!
Y de un
golpe tremendo lo aplasté contra la barandilla, al
pajarillo.
Dialogando con la poesía... Me gusta!
ResponderEliminarMoltissimes gracies, Mariola!!
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