Un dolor punzante en lo alto del camino
![]() |
Obra de carboncillo de Marcos "Kowalski" |
–¿Qué camino?, parece gritar Kerouac–
como una aguja hipodérmica atravesando el esternón;
el chirriante atravesar de ese cálcico endurecimiento
plano, alargado, no muy duro y hueco,
una huequitud tan angustiosa como la soledad
–¿Qué soledad?, dice Kundera.
Así comenzaba todas las mañanas. Ni las notas que salían
harmoniosamente del piano conseguían
apaciguarme. Ni las notas.
¿Qué notas?
Las notas me inquietaban. Despertar y no verla también lo
hacía. Me inquietaba, digo. Su ausencia me convertía en un ser muy débil.
Las notas se deslizaban por el pasillo. Salían del piano –¿Qué
piano? Su piano– y se introducían en mí haciendo retemblar el tímpano.
Ella tocaba desnuda; un tazón lleno de café sobre el piano.
Afinaba su puntería conmigo mientras el líquido oscuro emitía imperceptibles
ondas que lo hacían vibrar a ritmo de A sin (wt+ø)
En
silencio, detrás de ella, observándola desde ahí arriba, viendo su desnudez le
hubiese querido hacer el amor, sin embargo decidí marcharme.
El
piano enmudeció. Noté la ausencia de notas acuchillándome por la espalda; y su
mirada. Todo estaba dicho.
Continué
mi camino.
¿Qué
camino?
León Growicz